Cambiamos de siglo, cambiamos de día, cambiamos de pareja como si de ropa interior se tratara.
No luchamos como antes, nos limitamos a ver como se aleja, sin arreglarlo, nos desprendemos de ello como si fuese un objeto inerte. Y de lo que no nos damos cuenta es de que sí que se siente, sí que sentimos. Lo único que conseguimos con eso es estar siempre desmontados, como un puzzle al que cada vez le faltan más piezas, que llega un momento que ni el pegamento es capaz de arreglarlo.
Desechamos personas. Ya no creemos, no nos dejan creer. Somos desconfiados y nos asusta el compromiso y la responsabilidad. Nos rendimos con un pestañeo y olvidamos hasta el "y si...". En los tiempos que corren ya ni el "y si..." existe. Estamos cagados señores.
Muchas películas románticas que lo único que reflejan es la hipocresía y el cinismo de hoy en día.
"Qué bonito" sí, precioso. Pero ahí se queda. Cuando nos toca a nosotros siempre pensamos que no es momento. Pobres tontos. ¿Cuándo es momento? Aquí no hay momentos, hay situaciones. Y...no. Las situaciones querido amigo, no podemos controlarlas. ¿Otra razón para asustarnos? mm...espera, SÍ.
No queremos comprometernos, si ya es difícil hacerse feliz a uno mismo, joder, a otra persona que no eres tu debe ser imposible. Y de nuevo nos cagamos. Si la vida ya es complicada de por sí, vamos nosotros, y nos la complicamos más. Somos así.
Espera, espera, espera que aquí no acaba la cosa. "O esta buen@ o ni me lo presentes" Claro, pobre tont@, Ahora resulta que con la belleza se come, sí. ¿Cuántos se fijan más allá de un cuerpo y una cara bonita? Poco ha faltado que casi me veo sola levantando la mano. Y lo peor de todo es que nos quejamos. Tenemos el santo valor de preguntarnos qué estaremos haciendo mal, cuando el problema somos nosotros mismos y el modo de ver la vida. Sí, he dicho el modo de ver la vida, que ahora se lleva tirar la toalla a la mínima y no luchar por nada porque queremos que nos den todo hecho...o deshecho, según lo mires.
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